Hace casi 40 años, en Hamamatsu, Japón, Suzuki le encargó a un piloto de carreras la dirección de un nuevo proyecto: diseñar una nueva moto deportiva, basada en su bicilíndrica GS. Así nació la gama más rápida y salvaje, la Suzuki GSX-R 1000. Eran los años ochenta, y los ‘Big Four’ de Japón habían entrado en el mercado extranjero. Suzuki, Kawasaki, Yamaha y Honda tuvieron todos propuestas similares en cuanto a deportivas.
Etsuo Yokohuchi fue el susodicho piloto, y él le marcó a su equipo el objetivo de construir una moto que tuviera 100 caballos de potencia y fuese capaz de llegar a los 234 km/h. Ambición no les faltaba, y para conseguirlo, diseñaron el primer motor de cuatro cilindros de Suzuki, que se convertiría en el estándar de motos deportivas japonesas. Honda ya había usado este tipo de motores en la moto con la que conquistaría a EEUU, la CB 750.
De la GS a la Suzuki GSX-R 1000
En realidad, las deportivas japonesas no se desarrollaron de forma revolucionaria. En gran medida, se trataba de la evolución lógica de las motos con las que se habían hecho populares en los años sesenta y setenta, cuando comenzaron a dominar el mercado internacional, ofreciendo productos de una fiabilidad insuperable a precios más baratos que las marcas europeas y americanas. De la Honda CB se desarrolló la CBR, de la Suzuki GS surgió la GSX.
Al principio, las GSX se trataban de modelos bicilíndricos de poco tamaño: 250 y 400 cc; pero el paso de los años vio el aumento de su cilindrada hasta llegar a la antecesora de la GSX-R 1000 de hoy en 1985. En EEUU se vendió bajo el nombre de Katana, y consiguió hacerse con muchos adeptos. La moto de Suzuki desde entonces ha sido una moto que ha polarizado mucho a los moteros: mientras unos la adoran, otros la detestan con la misma pasión.
Esto se debe a que la GSX-R no era tan salvaje como las propuestas de sus marcas rivales, que parecían sacadas directamente de los circuitos de MotoGP. Más cómoda y con mejor ergonomía que sus competidoras, la moto de Suzuki no era tan rápida (aunque solo lo era marginalmente menos que el resto), pero fue muy querida por sus dueños, y ha generado miles de aficionados en todo el mundo.
La Suzuki GSX-R 1000 de 2017
Han pasado ya cinco generaciones desde que se introdujo la primera Suzuki GSX-R 1000 en 1985. Desde entonces, ha ido evolucionando constantemente para ofrecer más potencia, más aceleración, más aerodinámica y más adrenalina a sus pilotos. Por supuesto, las líneas se han ido adaptando a las modas y a las regulaciones, y llega con el motor perfectamente listo para la normativa Euro4.
Por supuesto, esta moto es en la que Suzuki ha querido implementar todos los avances a que han diseñado para su equipo de MotoGP, y se puede decir con total certeza que es la GSX-R 1000 más avanzada de la historia. Cuenta con un sistema electrónico que detecta, varias veces por segundo, la oscilación delante-detrás, la inclinación derecha-izquierda y la dirección hacia la que va. Además, cuenta con otras características como el control de lanzamiento, que permite conseguir la mejor salida posible desde parado.
El modelo 2017 se ha basado en un principio que ha sido la clave de su diseño en tres décadas: “run by chasis, turn by engine” (corre por el chasis, gira por el motor). Aunque parezca contra intuitivo, todas sus GSX han seguido estas fórmulas: haciendo el chasis más rígido y ligero, y facilitando la respuesta del motor en la entrada y salida de curvas.
El motor es completamente nuevo, tiene más diámetro pero menos recorrido que su predecesor y los japoneses han aumentado la relación de compresión del mismo, hasta llegar a los 13,2:1. Sus válvulas de distribución variable son directamente heredadas de la moto que conduce Maverick Viñales en MotoGP; igual que el nuevo sistema de doble inyección electrónica. Es capaz de girar a 14.500 revoluciones por minuto y supera los 200 caballos de potencia.
Por supuesto, su chasis también es nuevo aunque no haya un cambio radical respecto al anterior, solo 20 mm menos de ancho, pero 20 mm más larga entre ejes. Todo esto significa que la nueva GSX-R es más pequeña y compacta que su antecesora, y que Suzuki quiere llegar a hacerse con el mercado de las deportivas de un litro.
¿Una o dos R?
El modelo de 2017 no llega con una única GSX-R 1000, sino dos. Existe una versión más enfocada a la competición y las prestaciones, que hará que sus dueños quieran llevarla a un circuito para disfrutarla en curvas. Aunque sólo se diferencian en suspensiones y frenos (y precio, por supuesto), la GSX-R 1000R es la deportiva más potente que tiene la casa japonesa para ofrecer.
Las suspensiones de la versión R son el tope de gama de la marca Showa, y cuenta con un amortiguador BFS (suspensión libre de balanceo) que hará que el paso por curvas sea más estable. A las velocidades a las que se mueven esas motos, cualquier mínimo cambio puede hacer un mundo de diferencia.
Los frenos que monta son discos Brembo de 320 mm (10 mm más que en la generación anterior), y cuenta con el ABS de última generación, integrado con el sistema electrónico que habíamos mencionado antes. Y, por supuesto, está disponible en el azul de competición de Suzuki.
Entre la Suzuki GSX-R 1000R y una moto como la KTM 1090 Adventure hay un mundo de diferencia, pero son herramientas distintas para usos distintos. Con la japonesa, solo hace falta que te pongas un casco y un mono de cuero para sentir la adrenalina en un circuito. Eso sí, no te olvides de contratar un Seguro de Moto MAPFRE, por si calculaste mal una de tus trazadas.
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