Desde su introducción en 1993 de la mano del diseñador argentino Miguel Ánglel Galluzzi, cientos de miles de Monster han rodado las calles. Un experimento interesante que ocurrió en la fábrica de Panigale en la que juntaron una moto con piezas de otras que tenían yaciendo por el taller. Esta especie de Frankenstein de las motos chocó a los trabajadores italianos, tanto que uno de ellos exclamó que la Ducati Monster 797: “È un monstro!”.
Pero la Monster fue un éxito instantáneo. Con un diseño bello pero agresivo, potencia, pero manejabilidad y mucha, mucha diversión, comenzaron a vender una fórmula de motos naked que marcaría las pautas a seguir por el resto de compañías. En un mundo donde las motos parecían estar marcadas por cada vez más cilindrada y mayor potencia.
El secreto de las Ducati Monster estaba más bien en su buena relación peso-potencia, y en el aspecto desnudo atemporal, frente a motos carenadas que no han superado el paso del tiempo. El motor que eligieron fue una decisión económica: en vez de usar el Desmoquattro de cuatro válvulas e inyección electrónica que acababan de desarrollar para el mundial de Superbikes, usaron el más taimado Desmodue de dos válvulas y carburación. Perfecto para una moto urbana, con entrega del par muy bajo.
Y es que la marca transalpina introdujo elementos únicos a sus motos, que confundían a muchos de sus usuarios y se volvieron casi señas de identidad para los ducatistas, que siempre han estado enfrentados a las marcas japonesas. Un ejemplo es el uso del embrague en seco multidisco, de un funcionamiento mucho más ruidoso que los embragues “mojados” de las niponas.
Otra diferencia considerable entre Japón e Italia a principios de los noventa era la calidad de fabricación. Ducati y Cagiva se habían ganado la fama de marcas poco fiables que tenían que ir al taller frecuentemente. Pero hoy, con la gestión del Grupo Volkswagen detrás de Ducati, los problemas de fiabilidad son cosa del pasado ya que han reinvertido en sus fábricas y ofrecen un producto tan bueno como cualquier otro competidor.
Ducati, con la Monster 900 de 1993 llegó a una fórmula del éxito. Un diseño minimalista de una belleza impresionante junto con un funcionamiento efectivo. Como buena marca italiana, contaba con múltiples factores que se le perdonaban por tener tanta personalidad y ser satisfactoria en la carretera. La Monster salvó a Ducati de la quiebra y, 25 años después, la marca italiana ha sacado versiones que llegan hasta los 1.200 cc de cilindrada, pero se han mantenido fieles a su receta original.
La “pequeña” Monster moderna
Ducati no es hoy la marca que era hace 25 años. Han tenido que adaptarse a sus competidores y a las regulaciones de seguridad y emisiones, como todos los fabricantes modernos. Ahora, su gestión está en manos del Grupo Volkswagen (Audi, concretamente) y pueden hacerle frente a cualquier marca en cuanto a prestaciones y fiabilidad.
La Ducati Monster 797 es la más pequeña de la familia. Usa el mismo motor desmodue que había adaptado la marca italiana para la popular Scrambler. Y con estas dos motos pretenden crear una puerta de entrada al mundo Ducati para los conductores que cuenten con el carné A2.
Así, Ducati Monster 797 se sitúa antes de la “estándar” 821 y su hermana mayor, la 1200. De estética es muy parecida a la mediana, con un voluminoso depósito de gasolina (16,5 litros), un pequeño guardabarros y un asiento de una pieza. Los faros son LED delante y detrás y, por supuesto, se ha mantenido el chasis multitubular de acero Trellis que es tan fácil de reconocer.
El objetivo de la marca italiana es crear una moto para uso diario en ciudad, que permita escapadas de fines de semana a carreteras sinuosas para disfrutar de la conducción. No es un práctico scooter, ni una moto para hacer viajes largos, ni para marcar tiempos increíbles en un circuito.
Fue en 2014 cuando Ducati decidió quitar a la pequeña naked de su catálogo: la 696. Una decisión polémica con la que hicieron que la Monster más barata costase más de 10.000 euros y que la moto de entrada a la marca para un usuario A2 fuese la Scrambler, que tiene un público objetivo bastante diferente. Rectificar es de sabios, y tres años después vuelve la 797.
El retorno de la Ducati Monster 797
Su motor es un préstamo directo del mismo que lleva la Scrambler. Un desmodue bicilíndrico de 803 cc adaptado a la normativa de emisiones Euro4 que es capaz de producir 75 caballos y que dispone del 80 por ciento del par motor a partir de las 3.500 revoluciones.
El cuadro de mandos es curioso. Aunque no tiene indicador del nivel de gasolina o la marcha engranada, dispone de un puerto USB o la posibilidad de instalar el sistema multimedia de Ducati (que permite a través del Bluetooth recibir llamadas telefónicas, por ejemplo).
La posición de conducción es más neutra que en la 696: más bajo y con menos peso reposando en los antebrazos. El manillar es ancho y recuerda a las supermotard, que deja una sensación de control absoluto, cómodo y ligeramente deportivo.
Ducati ofrece dos versiones de la 797, el estándar y el Plus, que cuenta con intermitentes LED, protector del depósito de combustible o tapa del bombín en carbono. Como no podría ser de otra manera con Ducati, la marca de escapes Termignioni ofrece dos sistemas de escape: uno para la calle y otro para el circuito.
Si estás enamorado de las Monster y cuentas con el carné A2, la 797 es una moto que deberías considerar, en cualquiera de sus tres colores: “blanco seda” con las llantas y el chasis en rojo; el elegante “negro sigilo” o, por supuesto, el Rojo Ducati. Además, no dudes en equiparla con una póliza a su altura como las que te ofrecen los Seguros de Moto MAPFRE.
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