Todos tenemos nuestras manías al conducir, unos vicios al volante que pueden ser más o menos graves en materia de seguridad. Pero, además, el estilo de conducción que tengamos puede hacer mucho daño a nuestro coche.
Tipos de estilo de conducción que pueden dañar tu coche
Dejar la mano sobre la palanca de cambios
Muchos tienen la costumbre de dejar una mano apoyada sobre la palanca de cambios aunque no vayan a cambiar la marcha en ese momento. Este gesto, aparentemente inocente, lo que hace es forzar en exceso los sincronizados, es decir, las pequeñas piezas que permiten realizar los cambios de marcha sin necesidad de igualar la velocidad de giro del motor y la del cambio.
Este estilo de conducción no provoca una avería a corto plazo, pero sí a medida que se vayan aumentando los kilómetros.
Dejar el pie sobre el pedal del embrague
El reposapiés está concebido para algo más que la comodidad del conductor; sirve también para evitar que el pie quede apoyado sobre el pedal de embrague mientras se conduce.
Este vicio puede acarrear dos problemas: por un lado, que se mantiene la pierna en tensión durante mucho tiempo, y eso no es bueno. Y por otro, puede desencadenar un problema mecánico según la edad del coche: si es antiguo, el collarín del embrague sufrirá mucho. El collarín (conocido también como cojinete axial o cojinete de embrague) tiene como función desacoplar el motor de la caja de transmisión al liberar el plato de presión del disco de embrague. Es decir, sirve para desembragar y desconectar el motor de la caja de cambios.
Si se estropea, la avería es costosa, ya que hay que sacar la caja de cambios para sustituir el collarín o cualquier otra parte del embrague.
Dejar pisado el embrague en un semáforo
Peor que lo anterior es esperar en un semáforo con el embrague pisado, quien sabe si para no perder un segundo cuando el disco se ponga verde. Al hacer esto, el sistema de embrague se ve obligado a trabajar de forma innecesaria, lo que puede dañar el sistema a la larga.
Pasar por los resaltos sin reducir la velocidad
Aquellos que tienen un estilo de conducción agresivo, suelen pasar por encima de los resaltos y los reductores de velocidad sin aminorar la marcha. Esto pone en jaque la seguridad, los puntos del carné del conductor y la salud del vehículo.
Los neumáticos son los que más sufren con este tipo de conducción. Después, la amortiguación y la suspensión, que se ven forzadas reduciendo su vida útil. Y por último, las articulaciones, los silentblocks y rótulas se dañan, lo que hace que con el paso del tiempo el coche vibre en exceso.
Entrar frenando en los resaltos
Tan malo es pasar por encima de ellos a toda velocidad, como llegar a ellos y después frenar. Lo ideal es hacerlo antes de llegar y levantar el pie del pedal del freno antes de que las ruedas entren en contacto con el resalto. No hacer esto multiplica los efectos citados en el apartado anterior, además de la posibilidad de golpear los bajos del coche y dañarlos.
Cuidado con los giros en parado
Cuando los coches no tenían dirección asistida, esto no era un problema, pero ahora sí. Girar la dirección en parado y con el freno pisado daña las articulaciones de la dirección y suspensión. Si te ves obligado a girar en parado, al menos evita pisar el freno para que las rudas giren con facilidad. Y sobre todo, no llegues con fuerza al tope de dirección si quieres mantener con vida la dirección asistida.
Circular en reserva
Una práctica muy habitual entre mucha gente es la de circular apurando al máximo la reserva de gasolina. Cuando se enciende el testigo del combustible, es un aviso de que la autonomía del coche ha caído por debajo de los 80 kilómetros (según el modelo del coche), que son los kilómetros que podemos recorrer antes de que el coche nos deje tirados.
Si lo de conducir con el testigo del combustible encendido es una práctica frecuente, además de los peligros de quedarse parados en medio de cualquier vía, hay que añadir los daños y averías que puede causar. El depósito del coche no está limpio, sino que tiene partículas de suciedad del propio combustible. Si se circula estando en reserva, el coche empieza a beber de esas partículas de suciedad, obstruyendo los filtros y, en consecuencia, haciendo que el motor se pare y no arranque aunque se llene otra vez el depósito. Esta avería en sí no es muy cara.
Pero también puede pasar que la bomba de combustible succione la suciedad del depósito y se pare. En este caso, después de que la grúa lleve el coche a un taller, tendrás que abonar una factura mucho más elevada.
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