El buen funcionamiento del turbocompresor afecta al rendimiento y eficiencia del coche, teniendo en cuenta que llega a girar a 200.000 rpm y pude alcanzar los 1.000 grados de temperatura.
Es cierto que las piezas móviles de los turbos son de gran resistencia, pero no hay que olvidar que ninguna turbina soporta de forma continuada y durante años unos abusos continuados, por lo que un maltrato del turbo supondrá casi seguro una rotura futura con facturas importantes.
Los síntomas antes de romper el turbo
El turbocompresor, sin embargo, muestra diversos síntomas antes de romperse, que debes conocer para evitarlo:
Emisión de humo blanco/azulado con un alto consumo de aceite
Se debe a que el turbo está introduciendo aceite en la admisión, y si el consumo de aceite se dispara esto significa que se acercan problemas graves.
El eje del turbocompresor (carrete del turbo) gira bañado en aceite y está rodeado de casquillos muy especiales que pueden desarrollar holguras que provocan una pérdida de hermeticidad del eje hasta llegar a traspasar el aceite para su quemado en el interior del motor. Esto genera el característico humo blanco azulado además de olor a aceite quemado emitido por el escape.
En este caso se debe parar de forma inmediata y trasladar el coche al taller en grúa para remplazar los casquillos o el eje del turbo. Hay que comprobar que el nivel del aceite sea aceptable para asegurarse de que no se ha producido aún un gripaje del motor u otros posibles daños que pueden acaecer en casos muy extremos. Esta intervención siempre será más asequible que un fallo total del sistema.
Tirones o rendimiento inferior al normal
Los turbocompresores de geometría variable son los más extendidos entre los motores diésel, el mecanismo que varía su geometría puede estropearse a causa de las altas temperaturas sobre el electromecanismo que modifica el ángulo de las álabes de la turbina, pudiendo también agarrotarse por acumulación de hollín (uso intensivo en ciudad o conducción habitual a bajo régimen).
Se notará rápidamente que el coche ha perdido decenas de caballos de potencia con un rendimiento muy inferior y en muchas ocasiones se encenderá la luz de “fallo de motor”, lo que supone un problema ya bastante serio.
Se pueden notar también tirones intermitentes que indicarían que la válvula de descarga del turbo puede estar dañada.
En este caso hay que acudir al taller de forma urgente (en grúa si es posible) para que se descarbonice el mecanismo o sea remplazado.
No se trata de una avería especialmente cara ya que lo normal es que el turbo vuelva a funcionar con normalidad, ya que la integridad física del motor no suele estar comprometida. Igualmente el reemplazo de partes de la válvula de descarga del turbo no es muy caro en su caso.
Ruidos extraños, aullidos mecánicos y “aspiradoras” bajo el capó
Si el motor empieza a sonar como una aspiradora o genera extraños ruidos a bajo régimen con una pérdida clara de prestaciones seguramente se está frente una avería muy grave.
Estos síntomas denotan que el eje del turbo ha desarrollado holguras y las aspas de la turbina están en contacto directo con la carcasa del turbo a decenas de miles de rpm, por lo que los trozos de metal que genera esta situación pueden acabar en los cilindros del motor provocando la práctica destrucción del propulsor, siendo en todo caso muy alta la probabilidad de daños mecánicos en otros componentes. Este tipo de rotura se puede producir sin previo aviso, incluso circulando a bajo régimen.
Hay que parar y apagar inmediatamente el motor y con suerte sólo habrá roto el turbo. El costo de un turbo nuevo supera los 1.000€ + mano de obra, por lo que, sin duda, conviene comprobar periódicamente el turbo en el talles para asegurarse de que no se produzcan holguras.
Silbidos en el vano motor
Si se escucha resoples del motor o dicho sonido se vuelve más agudo y constante de lo habitual al acelerar, es posible que se esté produciendo una pérdida de presión del sistema, siendo lo más probable que uno de los manguitos del turbo o una abrazadera se hayan aflojado o presente alguna fisura, cosa que suele presentarse en momentos de alta carga.
Se puede además notar una merma en el rendimiento del coche, aunque en este caso no será excesiva.
Este tipo de avería es la menos grave, pero debe ser subsanada sustituyendo la abrazadera o el manguito dañado, que son piezas de fácil sustitución y de bajo coste. En todo caso para coches ya con años de servicio conviene un reemplazo preventivo de los manguitos del turbo para ahorrase posteriores dolores de cabeza.
Consejos para mantener adecuadamente la vida del turbocompresor
Aportamos las siguientes sugerencias:
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Esperar siempre un par de minutos tras arrancar al igual que al llegar a destino con el motor al ralentí para así normalizar la temperatura del turbo y evitar la carbonización. Las paradas tras una conducción pro carretera a alto régimen son las más delicadas.
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Utilizar siempre aceite de buena calidad, ya que el ahorro con aceites baratos puede generar propiedades lubricantes menores y un deterioro más rápido del turbo.
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Esperar a que el aceite esté a la temperatura óptima antes de empezar a solicitar al coche mayores prestaciones, para que así las propiedades de lubricación del aceite sean perfectas y su viscosidad también.
Hacer un buen mantenimiento al vehículo es clave para conducir con tranquilidad así como contar con el Seguro de Coche MAPFRE que se adapta a tus necesidades.
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