Los coches que cuentan con motores turboalimentados requieren un mantenimiento específico para evitar averías graves. Te contamos algunos de los mejores trucos para cuidar el turbo del coche. Los motores turboalimentados cuentan con un sistema de presurización del aire limpio de admisión a través de una turbina que es movida con los gases de escape, lo que permite al motor poder contar con más oxígeno de lo normal que se traduce en un aumento de la potencia, pero, sobre todo, del par motor.
Este tipo de sistemas se suele incorporar en motores de combustión interna alternativa, especialmente en los motores diésel modernos y, cada vez con más frecuencia, en los motores de gasolina, incluidos los de baja cilindrada para dar más potencia específica, rebajando el consumo y las emisiones en la prueba de homologación.
Trucos para cuidar el turbo del motor
Los motores con turbo cuentan con un mayor número de piezas y por lo tanto, el motor tiene más elementos que pueden fallar o averiarse. El turbo necesita trabajar a una alta temperatura y con una lubricación concreta y hacerle trabajar fuera de estas condiciones afecta al desgaste, sobre todo cuando requerimos mucha potencia. Y es que un excesivo desgaste puede significar una rotura del turbo y, en los peores casos, afectar a las partes internas del motor. Para que se mantenga en óptimas condiciones durante más tiempo, pon en marcha estos trucos que te ayudarán a cuidar el turbo del motor.
Espera a que se caliente
Para que el turbo no sufra más de la cuenta, es importante que al arrancar esperes unos minutos al ralentí y no des acelerones. De lo contrario, a bajas temperaturas y aún sin el motor caliente, las partes lubricadas pueden sufrir más desgaste. Este tiempo de espera hará que el aceite llegue a todos los componentes y lo lubrique de manera adecuada. De esta forma conseguirás evitar daño en zonas como el eje de la turbina.
Arranca siempre con el embrague
A la hora de arrancar el coche es importante que lo hagas siempre con el embrague pisado. De esta forma consigues que el motor de arranque tenga que trabajar menos y permites que el aceite alcance la temperatura adecuada para el funcionamiento del coche, al mismo tiempo que lubrica todas las piezas móviles del motor.
No des acelerones en frío
Tras arrancar el coche es importante no dar acelerones. Es decir, no pises el acelerador para arrancar ya que si lo haces estarás sometiendo al motor a un sobreesfuerzo sin que la lubricación sea la adecuada.
Conducir a las revoluciones adecuadas
Conducir con marchas muy largas para ahorrar combustible y realizar aceleraciones bruscas en momentos puntuales no es adecuado para los motores con turbo. Esto se debe a que con este acto, el motor crea depósitos dentro del propulsor causando averías al no alcanzarse la presión de soplado adecuada. Al conducir de esta forma, se exige mucho al motor con un régimen de revoluciones muy bajo, lo que hace que las piezas estén sometidas a un sobreesfuerzo.
Si por el contrario conduces con el motor pasado de vueltas el empuje disminuirá y aumentará el desgaste del mismo sin aumentar la potencia. Por este motivo, lo mejor es conducir siempre con el régimen adecuado de revoluciones para poder aprovechar todas las ventajas de este dispositivo y alargar su vida útil.
Espera a que se enfríe
Tras un recorrido en el que se ha demandado mucha potencia, lo idóneo es no parar el motor de golpe para evitar que el aceite se carbonice y se adhiera a las partes internas del turbo, que están a muy alta temperatura. Antes de parar el motor, es recomendable mantener el motor encendido o rodar a baja velocidad. Así, por ejemplo, tras un tramo de autopista a alta velocidad no es recomendable apagar el motor nada más parar en una estación de servicio, sino dejarlo a ralentí para que el aceite se enfríe progresivamente. Esto no es tan necesario si circulamos por ciudad, ya que el turbo no ha estado trabajando con tanta demanda de esfuerzo.
Este gesto hará que la turbina pueda bajar de revoluciones, enfriarse y lubricarse de una forma correcta. El turbo, además cuenta con una serie de rodamientos que le permiten girar a altas velocidades. Cuando el motor se apaga y el turbo está muy caliente, este seguirá funcionando hasta que se enfríe, pero lo hará sin lubricante, lo que puede provocar un desgaste en esta pieza debido al rozamiento.
Controlar el nivel de aceite
Es necesario que utilices aceites sintéticos de calidad para alargar la vida útil de tu motor y que revises de manera regular los niveles de este lubricante. Comprueba si está consumiendo más de la cuenta para evitar daños graves que pueden provocar averías muy costosas.
Motor a temperatura adecuada
Lo recomendable es que el motor alcance la temperatura de servicio para poder disponer de las máximas prestaciones del turbo. Esta temperatura se encuentra entre los 80 y los 90 grados. Con ello te aseguras de que el motor está bien lubricado y evitarás un consumo excesivo de combustible y el desgaste de las piezas. Piensa que si exiges demasiado al propulsor a temperaturas bajas el turbo se verá expuesto a gases de escape con temperaturas superiores a los 1.000 grados.
Otro truco que te ayudará a alargar la vida del turbo es no forzarlo nunca si notas un ruido o funcionamiento extraño. Si oyes silbidos excesivos, notas falta de potencia, observas que sale humo azulado en el escape o notas que el coche consume más aceite del normal, acude al taller para que revisen el turbo. En este caso, recuerda que con tu Seguro de Coche MAPFRE estarás protegido frente a averías e imprevistos en carretera.
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