La evolución tecnológica del grupo coreano (Hyundai y Kia) es tan espectacular como cierta.
Es el caso de este pequeño polivalente de solo 4 m Hyundai i20, con un motor de un litro y tres cilindros que rinde 100 CV con cambio automático DCT de 7 marchas. Su precio, de poco más de 20.000 euros en acabado Tecno DCT, es muy competitivo dado su completo equipamiento.
Este Hyundai i20 se corresponde con la segunda generación del modelo (2014), renovada minuciosamente a finales de 2018, que está siendo un duro competidor de importantes rivales del segmento B: Ford Fiesta, Renault Clio, Volskwagen Polo, Peugeot 208, etc.
Estéticamente, el nuevo Hyundai i20 queda muy atractivo. Los mayores cambios afectan al frontal y faros, con una nueva parrilla en cascada y distinto paragolpes, nuevos faros antiniebla además de otros cambios en la zaga, con nuevos grupos ópticos, nuevo paragolpes y un portón ligeramente distinto que ahora incorpora la matrícula en su tapa.
También hay tres nuevos colores (rojo Tomate, azul Campeón y gris Pizarra Rasa) sumando así un total de 10, y llantas de diferente diseño en 15” y 16”, además de la novedad de poder montar techo solar panorámico (de serie en el nivel Style) o llevar su color a contraste en negro.
En el interior, hay cambios en la tapicería y ahora se puede elegir entre tres ambientes (el rojo Red Point, el azul Blue Point y el azul terciopelo Velvet Blue), pero la gran novedad es su sistema multimedia con pantalla táctil de 7” (18 cm), con conectividad mediante Apple CarPlay y Android Auto.
Hyundai i20, un polivalente amplio
De entrada, nos encontramos con la habitabilidad ya conocida de este modelo, cuyas cotas principales no varían (4,03 m de largo, por 1,73 de ancho y 1,47 de alto) como tampoco su plataforma, con una generosa batalla de 2,57 m.
Repite las mismas suspensiones por eje pseudo McPherson delantero y torsional trasero, los mismos frenos (con discos ventilados de 280 mm en este 1.0 T-GDi y traseros macizos de 262 mm). Su tren rodante es también idéntico, con ruedas de 15” y neumáticos de 185/65 R15 como monta básica, y de 16” en los demás niveles (con neumáticos de 195/55 R16, Michelin Energy en la unidad probada por Motor Mundial).
Al volante destaca su cómoda y funcional posición de conducción, con todos los mandos y teclas a mano y accesibles, un cuadro de clara y fácil lectura y la pantalla multimedia de 7” (de serie desde el nivel Tecno, frente a la de casi 13 cm del nivel básico Essence), aunque situada no lo bastante alta como para quedar bien visible y no tener que apartar el conductor apenas la vista de la carretera.
Los revestimientos y materiales no son especialmente lujosos, pero si tienen apariencia de solidez y mejora su imagen de calidad percibida.
La habitabilidad no decepciona, lógico ya que el actual i20 es de los más amplios en su categoría, destacando el espacio para piernas de los asientos traseros (68 cm) y no tanto la anchura de su banqueta (1,32 m), que resulta cómoda para 2 personas y aunque puede acoger para trayectos cortos a tres adultos (la plaza central es inevitablemente más estrecha e incómoda).
El maletero con sus 326 litros con 5 plazas (1.011 con dos) ofrece un volumen aceptable (la media del segmento está en 330), con el único reproche de tener un umbral de carga algo alto (75 cm). Carece de rueda de repuesto (de serie sólo trae el kit antipinchazo). El depósito de gasolina tiene una capacidad de 50 litros.
El nivel general de confort y silencio en marcha es bueno, y el puesto de conducción está bien resuelto: el asiento es cómodo, siendo fácil encontrar la postura de conducción ideal –el volante se regula en profundidad y también en altura, como el asiento- y no es difícil manipular los diferentes mandos en marcha.
Mecánica muy lograda
El tricilíndrico turbo de Hyundai con sus 998 cc va muy bien en esta carrocería (ya tiraba bien en la del i30), siendo uno de los mejores motores turbo de 3 pistones de su clase (no llega a la fuerza y suavidad del Ecoboost de Ford, pero iguala al 1.0 TSI de Volkswagen).
Esta versión de 100 CV con el cambio DCT de 7 marchas nos ha sorprendido muy agradablemente. Da sus 100 CV a un régimen bastante bajo para tratarse de un motor de gasolina (4.500 rpm) y con un considerable par motriz de 17,5 mkg, muy constante (mantiene su valor máximo desde 1.500 a 4.000 rpm).
Adaptado a la normativa de contaminación Euro 6d TEMP, monta ahora también un filtro de partículas, lo que junto a sus 118 g/km de emisión de CO2, le mantiene todavía (incluso bajo las nuevas normas de medición de consumo WLTP) por debajo de los 120 g/km, y por tanto exento del impuesto de matriculación.
La casa anuncia unas prestaciones razonables de 182 km/h de velocidad punta y 11,4 segundos para cubrir el 0-100 km/h, con un consumo medio de 5,2 l/100 km (5,9 como máximo en el promedio urbano, y 4,7 como mínimo en el interurbano).
La unidad probada, con apenas 1.700 km al inicio de la prueba ha hecho el 0-100 km/h en 11,2 segundos y ha logrado los 181 km/h (ya muy forzado en 5ª a 6.500 rpm, pero en 6ª ya lograba los 177 a 4.500, que es su régimen de potencia máxima). Registros sin duda brillantes para un polivalente de 1.200 kg de peso en vacío.
En realidad, este i20 debería alcanzar la velocidad máxima en 6ª, dejando la 7ª de descanso (y puede que sea así con un poco más de rodaje), pero Hyundai ha buscado deliberadamente unos desarrollos muy largos con esta caja automática DCT en las tres últimas marchas (27,9, 39,4 y 45,1 km por cada mil rpm) a fin de facilitar un bajo consumo, lo que contrasta con las tres primeras marchas, francamente cortas, lo que explica su gran aceleración y fuerza desde parado.
Pese a figurar como un buen tricilíndrico, acusa algunas vibraciones a bajo régimen y su giro no es tan refinado y silencioso como el 1.0 Ecoboost de Ford, pero está prácticamente al mismo nivel que el 1.0 TSI del grupo Volkswagen.
Un motor que estira poco, y no compensa subir más allá de las 5.000 rpm, aunque en uso secuencial aguanta bastante sin cambiar a la marcha superior (como lo prueba la punta de velocidad en 5ª). Pero responde bien a bajo y medio régimen, dando como resultado un motor agradable y elástico en uso normal, en ciudad o en carretera, y que también se defiende muy bien a la hora de rodar rápido en autovía.
En el apartado del consumo, le pasa lo mismo que a los otros tricilíndricos de alto rendimiento. Si se conduce con suavidad buscando aprovechar el par y la inercia, su consumo es muy moderado, aunque entre un litro y litro y cuarto más sobre las cifras oficiales. Pero si le exigimos a fondo haciéndole girar cerca de su régimen de potencia máxima, tendremos el mismo consumo que un 1.6 atmosférico de gasolina. Lo mejor es que la diferencia entre el consumo urbano y el interurbano es pequeña.
El consumo real en autovía sobre los 120/130 km/h de crucero está en los 6 l/100 km, y en ciudad no pasa de 7, mientras que el mínimo teórico de 4,7 se queda en realidad en 5,5 (a 90/100 km/h en nuestro crucero turístico), aunque en uso muy suave y moderado hemos llegado a medir los 5,2 l/100 km con dos plazas (y hemos pasado de 9 en conducción abiertamente deportiva).
Y en materia de seguridad, además de un ESP y un ABS bien tarados, tenemos todas las ayudas integradas en el paquete “Smart Sense” de serie, como son el aviso por abandono involuntario de carril (con asistente de mantenimiento dentro de las marcas del piso a partir de 60 km/h), la frenada autónoma de emergencia (funciona dentro y fuera de la ciudad), sensor de fatiga del conductor, cambio automático de luces (de cortas a largas y viceversa), etc.
Lo más destacable de este Hyundai i20 TGDI de 100 CV, además de su precio competitivo y garantía de 5 años, es su nivel de equipamiento y ayudas a la conducción, su motor elástico y de poco consumo, un buen nivel de acabado y su cambio automático de 7 marchas. Y en la parte negativa el confort sobre mal piso, la rumorosidad del motor a ralentí, el umbral de carga del maletero alto y la posición un tanto baja de la pantalla central de información y navegación.
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