A todo gas es una saga polarizadora: las reacciones que suscita entre el público o son de desprecio o son de admiración. Lo cierto es que siempre consiguen entregar aquello en lo que se basan: acción gratuita y stunts que desafían las leyes de la física. Estos son algunos de los coches más significativos de la saga, por lo que son y lo que representan.
Todos los coches presentes en esta serie han sufrido el efecto Fast & Furious, por el cual los compradores y tuneadores han deseado hacerse con ellos y han disparado los precios del mercado. Muchos, además, han corrido suertes nefastas en manos de preparadores con poca experiencia.
Nissan Skyline GT-R R34
El Nissan GT-R es uno de los modelos más deseados del mundo. Desde su introducción en 1969, se forjó una reputación de altas prestaciones a un precio asequible (en comparación con otros modelos que ofrecían un caballaje similar). Los problemas con la segunda generación llegaron con la crisis del petróleo y sólo se produjeron 197 coches de ella.
En 1989, Nissan revivió la línea GT-R e introdujo los nombres de chasis que les diferencian: R3x. La tercera generación, R32, se diseñó para dominar las carreras del Grupo A de turismos. Por primera vez introdujeron la tracción total a la línea, que le permitía llevar su elevado peso con agilidad por las curvas. Fue esta edición lo que marcaría las pautas que identifican a los Skyline: los faros traseros redondos, el aspecto sobrio y ‘Europeo’ de la carrocería y el gran alerón trasero.
Dos generaciones después, llegaría la versión refinada que es de los más recordados entre los coches de A todo gas, la R34. Salió en 1999 y se convirtió rápidamente en un favorito entre los aficionados al tuning de Japón. Más corto, más ligero y más potente, el R34 vio una producción de 3.965 coches, la mayoría destinados únicamente a Japón, pero algunos fueron exportados al Reino Unido.
Gran parte de lo que hace al R34 deseable es, además de sus prestaciones, es su estatus de importación. En EEUU, de hecho, sólo se podía conseguir de forma ilegal y acuñaron un término para este tipo de coches: gray imports.
En las películas es el coche de Brian O’Conner (Paul Walker) durante la segunda entrega y vuelve a aparecer en la cuarta. Cuando salió, en 1999, costaba unos 25.000 dólares (alrededor de 37.500 dólares, ajustados a la inflación actual). Ahora, un R34 en buen estado puede llegar a los 90.000 dólares.
Actualmente, Nissan ha resucitado al Skyline en su GT-R; un deportivo de altísimas prestaciones y tecnología que empieza a configurarse en 108.000 euros.
Mazda RX-7 FD
El Mazda RX-7 es otro clásico entre los aficionados al tuning. Introducido en 1978, el FB fue el primer coche deportivo que apostó por el motor rotativo. Esta decisión fue muy acertada por parte del fabricante japonés, dado que este tipo de motores podía mantener potencias altas con cilindradas bajas, muy relevante a la hora de pensar en los impuestos de circulación nipones.
Dos generaciones después, llegó el que se convertiría en uno de los coches de A todo gas: la FD. Llegó en 1993 y estuvo produciéndose hasta el 2002. Fue el primer coche en introducir un doble turbocompresor secuencial, un complejo sistema diseñado para ofrecer potencia durante toda la aceleración.
Las líneas curvas y sus prestaciones le hicieron ganar muchos premios en la prensa. Car & Driver, una de las revistas estadounidenses más importantes, le incluyó en su lista de los 10 mejores coches del año durante todos los años que fue vendido en EEUU.
En las películas, aparece en varias entregas. En la primera, es el coche que usa Toretto (Vin Diesel) para ganarle al protagonista. Durante la segunda, aparece en la carrera que abre la película. Aparece también en Tokyo Drift, la tercera entrega.
Su precio original rondaba los 34.000 dólares y hoy, uno con pocos kilómetros puede alcanzar los 37.000 dólares. Mazda presentó en el Salón de Tokio de 2015 su RX concept, que tenía líneas similares al RX-7 FD.
Toyota Supra Mk. IV
El Toyota, junto con el Mazda y el Nissan, forman la santísima trinidad de coches deportivos japoneses en el mundo del tuning (parte de ello tiene que ver sus motores biturbo). El Supra fue introducido, como el RX-7, en 1978. Tenía líneas similares al deportivo más pequeño de Toyota, el Celica, pero era más ancho y más largo. Pero sin duda, lo que más brillaba era su motor de seis cilindros en línea.
Este motor comenzó a venderse con un turbocompresor a partir de 1987 en la tercera versión del Supra. La cuarta, que aparece en las películas, comenzaría a venderse en 1993; y fue cuando Toyota comenzó a enfocarlo como un deportivo de altas prestaciones y llegaría a producirse con 320 caballos de serie. Con tecnología heredada directamente de la Fórmula 1, el Supra consiguió demostrar su capacidad como coche de competición, tanto legal (One Lap of America), como ilegal.
Los coches de A todo gas no son elegidos al azar. Sus directores y equipo son todos grandes aficionados a los coches y al tuning y saben cuáles son verdaderas joyas. En la primera película, es el coche que restauran Paul Walker y Vin Diesel, y afirman que “puede con cualquiera, una vez le hayas metido 15.000 [dólares]”. La primera carrera que hacen con su Supra preparado la ganan contra un Ferrari F355 Spider, después de que les digan que “cuesta más de lo que se pueden permitir”.
Originalmente, el Supra Mk. IV costaba unos 30.000 dólares. Hoy en día, uno en buen estado ronda los 50.000 dólares. Toyota ha cooperado con BMW para diseñar lo que será el renacimiento del Supra, que se espera que llegue en 2018.
Dodge Charger de 1970
Dentro de los coches de ‘A todo gas’, no solo tienen cabida las importaciones japonesas. Al final de la primera película, Vin Diesel corre contra Paul Walker en el Charger de su padre y el coche volverá a la pantalla en la cuarta y quinta entrega de la película, así como la octava. Para el equipo de rodaje, los muscle-cars también tienen cabida.
De hecho, otros coches deportivos americanos que aparecen son el Ford Mustang, el Chevrolet Monte Carlo, un Chevrolete Chevelle SS, varios Chevrolet Camaro o un Corvette Grand Sport de finales de los años sesenta.
¿Qué podemos esperar para la octava?
A medida que avanza la serie, podemos ver que los coches de ‘A todo gas’ se vuelven más exóticos y estrambóticos. Lo que empezó con carreras callejeras de coches japoneses preparados, se ha convertido en cine de acción de alto presupuesto y han empezado a aparecer coches más lujosos y deseables.
Algunos ejemplos de lo que se puede ver en el tráiler de la película (que saldrá en abril) son: Lamborghini, McLaren, Mercedes-Benz AMG GTR, un Rolls-Royce Wraith, un Ford Thunderbird original, además de muchos otros únicos y estrafalarios en los que se ve la influencia de ‘Mad Max: Fury Road’ (como un tanque diseñado para la nieve).
Puede que no conduzcas como los personajes de ‘A todo gas’ y esperamos, por tu bien, que no participes en carreras callejeras. Si eres un conductor estándar, te invitamos a revisar los Seguros de Coches MAPFRE, para que encuentres los que más se adapten a tus necesidades.
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